Resuenan tambores de guerra mezclados con disparos y gritos estremecedores de indios al galope en un caluroso día de mediados de junio de 1876. Cientos de soldados del séptimo regimiento de caballería de los Estados Unidos se agrupan en círculo, rodeados en la cima de la colina de Little Bighorn en un desesperado intento de resistir el ataque de las tribus indias. Será en vano. Morirán con las botas puestas.
Esta es la historia que todos recordamos de las películas épicas de nuestra niñez. Los indios son los malos y los soldados los buenos. Pero, ¿fue realmente así?
Este campo de batalla, hoy convertido en Monumento Nacional bajo gestión del Servicio Nacional de Parques, se encuentra dentro de territorio Crow y simboliza uno de los últimos intentos de las tribus indias de las praderas del norte de preservar su modo de vida nómada por estas tierras, suyas por tratado, frente al acoso de los granjeros y buscadores de oro principalmente.
En 1868, el gobierno de los Estados Unidos firmó en Fort Laramie un acuerdo de paz en el que establecía el compromiso de alimentar a los indios Lakota, Cheyenne y otras tribus de las praderas (porque no se les permitía acceder a sus territorios de caza y salía más barato alimentarles que combatirles), asignándoles un vasto territorio en las zonas del este del actual Wyoming, incluyendo la promesa de proteger a los indios de los ataques de los voraces colonos y tramperos. Aunque sin terminar de entender muy bien por qué debían abandonar sus territorios de las planicies, que durante siglos habían habitado, los indios aceptan firmar el tratado si con ello pueden vivir en paz. No era el primer tratado que firmaban, habiendo sido los anteriores tratados sistemáticamente incumplidos por el hombre blanco. Las tropas militares se convierten, en ese momento, en aliados y amigos de los indios. Habían acabado varias decenas de años de escaramuzas de uno y otro lado y, por primera vez en mucho tiempo, el Oeste está tranquilo y todos viven en paz.
Procedencia del 7º de Caballería. El 44% era inmigrante, no nacido en USA. Uno de ellos era español. |
Sin embargo, todo empezó a cambiar cuando en 1874 se descubre oro en las montañas Black Hills, el corazón de la reserva india, su territorio más sagrado. Varios cientos de nuevos colonos y buscadores del ansiado metal dorado, se internan en este territorio rompiendo el acuerdo, por lo que las tribus indias solicitan al ejército poner orden y hacer cumplir el tratado. El ejército del hombre blanco, sin embargo, no parece muy interesado en contener a los compatriotas que están llegando, ya que muchos de los mandos se encuentran con el paradigma de tener que disparar a “los suyos”, por defender a “salvajes”. El mismo Gobierno ofrece a los indios comprarles el territorio de las Black Hills para evitar el conflicto. Claramente, los indios no van a vender su territorio sagrado. Y la guerra se convierte en algo inevitable.
En la colina de Little Bighorn, la lápida con escudo negro es la de Custer |
Los indios inician escaramuzas contra los colonos invasores fuera de los confines de sus reservas y el Gobierno, presionado por los lobbies de colonos y buscadores de oro, decide acabar con la resistencia de las tribus indias. Primero, les ordena en diciembre de 1875 volver a su reserva antes del final de enero de 1876. En pleno invierno, los indios deberían ir hacia el norte, a tierras más frías. Era una treta, porque sabían que los indios no iban a moverse del lugar en pleno invierno. Y, finalmente, en junio de 1876, el ejército es llamado para hacer cumplir la orden. Pero cometieron un error.
Los indios se habían concentrado en una llanura del valle, junto al río Little Bighorn al suroeste de Montana. Aproximadamente 7.000 indios Lakota, Cheyenne y Arapahoo estaban allí bajo las órdenes de Toro Sentado, Caballo Loco y otros jefes. Miles de niños y ancianos celebrando felices y unos 2.000 guerreros en el campamento. Tres columnas del ejército de caballería llegaron, intentando envolverles. El General Alfred H. Terry ordenó al Teniente Coronel Custer, al mando del séptimo de caballería, que fuera por el sur con la orden de acabar con la resistencia india. Así, seiscientos hombres se acercaron al campamento indio pensando que podrían acabar rápidamente el ataque, mientras otros soldados iban a intentar acorralarles desde otros puntos. Pero el número de indios era muy superior y, además, estaban envalentonados debido a que habían vencido en Rosebud unos días antes a una de las tres columnas enviadas.
Y... bueno, todos sabemos ya lo que ocurrió: murieron las cinco compañías del séptimo de caballería bajo las órdenes de Custer. 260 hombres y él mismo, arrinconado en el centro de un gigantesco círculo de caballos que ellos mismos sacrificaron en su mayoría para utilizarlos de parapeto, en la cima de la colina de Little Bighorn, donde hoy hay un Monumento a los militares de caballería fallecidos. Aparte de estos, 53 hombres más murieron bajo las órdenes del Mayor Reno y otros 52 fueron heridos graves. Por contra, solo 100 indios murieron o fueron heridos. Fue una gran victoria para el pueblo indio, pero que no sirvió para ganar la guerra, ya que se rindieron sin batalla unos días después, cuando llegaron varias compañías de caballería que les superaban en número.
Ha sido recientemente cuando al lado de este monumento a la caballería se ha erigido otro monumento a los indios caídos, el Indian Memorial, dejando testimonio de lo que significaba el lugar para estas tribus y en homenaje a sus caídos, que se ha reconocido que también eran ciudadanos de este país.
Tatanke Iyotake (Toro Sentado). En el Indian Memorial se habla de los jefes y tribus participantes |
Todo esto y abundante información sobre la vida de las tribus nómadas, es lo que te explican con una mucha delicadeza en el Centro de Visitantes. Desde allí iniciamos el recorrido por el sendero que sube hasta la colina donde están los monumentos y que, con paneles informativos, nos fue contando la historia. Un poco más lejos, siguiendo la carretera del parque se podía llegar a un par de kilómetros de distancia, al campo de batalla donde se produjo el combate entre las tropas del general Reno y los indios, pero no llegamos tan lejos. Nos quedamos en la cima de la colina, viendo los dos monumentos a este momento histórico en el que, pese a ganar esta batalla, las tribus Arapaho, Cheyenne y Lakota fueron recluidas en una pequeña porción de lo que otrora fue su inmenso país. Después de todo, los buscadores de oro ganaron de nuevo.
Nos envolvía una mezcla de tristeza y de rabia, porque fue una guerra desigual y porque, además, nos la habían contado muy manipulada cuando éramos pequeños, con esas películas del oeste que veíamos. Nunca se había mencionado que el interés oculto bajo todo este acoso a los indios fuera la búsqueda de oro en sus tierras y que ellos fueron uno más de los "daños colaterales". Parece que los europeos nos comportamos igual en el norte que en el sur. Todo por el vil metal.
No hay mucho más que contaros, habíamos salido de Buffalo (Wyoming) a las nueve de la mañana, tras ver el día anterior el Monte Rushmore y Devils Tower, para recorrer los 170 kilómetros hasta aquí y tras un par de horas de relajada visita, teníamos hambre. Así que nos comimos un sándwich y continuamos camino hasta Gardiner (Montana), a 373 kilómetros, en la entrada del Parque Nacional de Yellowstone. Sería nuestra base en los siguientes tres días. Esta será nuestra próxima historia.
Entrada al Parque Nacional Yellowstone, en Gardiner |
Datos prácticos:
Cambio orientativo: 1 dólar = 0,9 euros. El uso de tarjeta está ampliamente extendido, aunque es muy frecuente que las tarjetas con Chip y Pin no se acepten si no tienen banda magnética.
Transporte: nosotros llegamos en coche de alquiler desde Buffalo (Wyoming). No es fácil llegar a este lugar de otro modo.
Entrada a Little Bighorn Memorial: el coste de la entrada es de $20 por vehículo, pero si tienes el pase anual, no tienes que pagar nada. Está abierto de 08:00 a 16:00 diariamente. En su página web podéis encontrar más información y mapas del lugar.
Alojamiento en Gardiner (Montana): Absaroka Lodge. Un hotel con bonitas vistas al río y a las montañas de Yellowstone. Limpio y cercano a la entrada del Parque. Es muy sencillo y el pueblo más aún.
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