Hasta hoy no habíamos vivido nada más espectacular que ver atardecer a lomos de un dromedario, viendo como el color naranja de la arena de las dunas se tornaba morado y el sol desaparecer en el horizonte.
Cuando nos propusieron dormir en una jaima, no imaginamos que eso significaba dos horas de viaje por esas dunas. Pero fue impresionante. Aunque supiéramos que es parte de la imagen turística que se vende en la zona y que testimoniaban las otras caravanas que nos encontrábamos en el camino.
Lo único malo es que había muchos coches y motos haciendo rally sobre las dunas. Y rompía el silencio. Por que en las dunas hay mucho silencio.
Una anecdota. ¿quien dijo que no se puede montar en bici sobre las dunas del desierto? Parece que algunos bereberes son unos maestros...
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