El maharajá Sawai Jai Singh fue un hombre excepcional: militar y estadista como sus antepasados, pero también matemático, astrónomo y comerciante. Fue él el que, en 1727, decidió crear de la nada una ciudad, Jaipur, como capital del estado de Rajastán, emulando a las otras capitales imperiales de Delhi o Agra, y construir en ella palacios, castillos, un observatorio astronómico y zonas comerciales, pintando las casas de color rosa para emular el color del granito de los grandes edificios del imperio Mughal.
Sin embargo, hay una leyenda urbana que cuenta que el Maharajá ordenó pintar de rosa la ciudad en 1876 con motivo de la llegada a la ciudad del Príncipe de Gales. La realidad es que en Europa malentendieron las labores de mantenimiento que se hacen por ley regularmente en la ciudad para mantener el color, especialmente ante grandes eventos, con una decisión provocada por la Real visita. Como siempre, los europeos creyéndonos el centro del mundo sin querer conocer las realidades locales.
Llegamos a Jaipur dese Jodhpur para hacer una visita a la última ciudad en India antes de regresar a Delhi y continuar nuestro viaje por el mundo. De entre todos los monumentos de esta ciudad, había dos sitios especiales que queríamos ver: el Hawa Mahal, o Palacio de los vientos donde las mujeres veían tras celosías la vida de la ciudad, y el Fuerte Ambar de Ahmer, una construcción militar vestigio de la antigua ciudad capital de los Kachhwahas. Ambos edificios son Patrimonio de la Humanidad.
Así que empezamos el día con nuestro conductor Anil rumbo al fuerte, que está a 11 kilómetros del centro. Antes de llegar ya nos encantó la vista del fuerte con el lago delante. Desde abajo pudimos ver cómo subían algunos montados en elefantes por la empinada cuesta, junto a las impresionantes murallas. No pudimos resistir la tentación de tomar unas fotos junto a nuestro conductor para recordar ese momento.
Una vez arriba, que gracias al coche puedes subir sin tener que pegarte esa caminata tan empinada, vimos en el patio inicial como llegaban los turistas que habían optado por los elefantes. No nos gusta mucho que utilicen a los animales para este tipo de trabajo, sobre todo porque hemos leído que les tratan muy mal, pero debemos reconocer que los pintan de colores muy vivos y que hay mucha gente a la que le gusta esa "turistada".
El patio de entrada es el Jaleb Chowk y es donde se organizaba el comercio de palacio, así como las paradas militares. Es donde están hoy las taquillas para entrar al Palacio en sí. Dentro del Fuerte-Palacio se realiza un recorrido perfectamente señalizado, aunque se puede contratar a uno de los múltiples guías que ofrecen sus servicios ¡por un precio muy superior al de las entradas! Aún así, vimos mucha gente que los contrataba. Nosotros, con las indicaciones nos valía. Según esto, el recorrido que hicimos pasó por los siguientes puntos:
- Jaleb Chowk, el patio de ceremonias y paradas militares.
- Singh Pol (Puerta del León) por dónde se accede al Palacio.
- Digan i aam (Salón de Audiencias Públicas) que es un espacio abierto columnado desde donde además el Maharajá dictaba justicia y recibía a los embajadores extranjeros.
- Ganesh Pol (Puerta de Ganesha) para pasar a la zona privada del palacio y que en su parte superior muestra un bonito relieve del dios Ganesha, símbolo de la buena fortuna.
- Jardines tipo mogol con muchos caminos de agua y fuentes para refrescar el ambiente, incluyendo una pequeña cascada artificial desde la que se repartía el agua al jardín. Este agua la elevaban desde los pozos con un ingenioso sistema de poleas con cubos en una de las torres cercanas.
- Salones con motivos florales adornados en piedras preciosas y espejos para ceremonias.
- Ala femenina del palacio, con su propio salón de audiencias.
- Y finalmente, casi al salir, un acceso subterráneo que servía como vía de escape hasta el fuerte de Nahargarh en caso de ser atacados.
Volviendo hacia Jaipur, paramos frente al Jal Mahal, literalmente "Palacio del Agua", en medio del lago. Es un edificio abandonado al que no se puede llegar más que en barca y no hay barcas que lleven a él. La verdad es que el lago, artificial, por cierto, está contaminado y hay mucha suciedad, aunque parece ser que lo están intentando resolver. Pero es difícil, sobre todo porque se considera sagrado y hay vendedores de comida para los peces en las orillas, de modo que los visitantes compran estas "golosinas" para tirárselas a los pececillos, con lo que además consigue que haya muchísimos peces y se les vea boqueando por falta de aire en sus orillas. Y vuelta a empezar con la contaminación.
Antes de volver al centro, fuimos a comer a un restaurante que conocía Anil y que admitía pago con tarjeta. Allí nos encontramos con una española, asturiana por más señas, con la que entablamos conversación al hilo del problema del efectivo. Le estaba dando problemas la tarjeta en el restaurante y estaba ya desesperada, porque llevaba dos meses en la India y quería pasar al menos otros dos, pero con las dificultades de acceso a la moneda, se le estaba haciendo muy cuesta arriba. La verdad es que entendíamos cómo se sentía, ya que nosotros tampoco estábamos pudiendo hacer muchas cosas por ese mismo problema y además, nos estaba resultando la etapa más cara de lo que debería haber sido.
Pedimos a Anil que nos dejase en el aparcamiento frente al Palacio Real, pero no entramos, porque nuestro objetivo era el Hawa Mahal cercano. Hay que decir que Anil insistió en esperarnos para llevarnos luego al hotel, pero a nosotros nos apetecía ir un poco por libre, sin tiempo, y luego volver andando, observando las callejuelas tranquilamente. Así que nos acercamos hasta las puertas del Palacio para ver al menos la entrada. Está justo en el centro de la ciudad antigua y es una mezcla de arquitectura Rajput original y Moghul posterior.
Luego, tranquilamente por la tarde sobre las tres y media nos acercamos a visitarlo. El edificio tiene un par de patios con fuentes y múltiples balcones desde los que se puede ver el palacio real y el observatorio astronómico. Como estaba atardeciendo, le daba una luz especial a la fachada interna y creaba un arco iris con las fuentes; un bonito diseño. El palacio propiamente dicho tiene cinco pisos que fuimos subiendo poco a poco, recorriendo las terrazas y balcones, hasta llegar a los dos superiores que son un poco más estrechos, y ya totalmente encima de la calle desde la que lo vimos por la mañana. En una de las terrazas estaban haciendo tareas de mantenimiento y pudimos ver que está construido en arenisca roja y rosa, con pequeñas incrustaciones realizadas en una mezcla blanca que según Wikipedia es de óxido de calcio. A nosotros nos parecía un encalado blanco como el de nuestros pueblos blancos andaluces.
Después de todo este párrafo seguro que alguno aún está preguntándose, ¿pero por qué se llama el Palacio del Viento? Bueno, eso es por el viento que circula a través de todas estas ventanas y celosías creando corrientes de aire que permitía que el recinto se mantuviera fresco incluso en verano y lo hacía muy agradable para las mujeres de la corte.
Hemos mencionado que desde lo alto de este Hawa Mahal pudimos observar otro conjunto arquitectónico interesante cercano, el Jantar Mantar, el observatorio astronómico, también Patrimonio de la Humanidad desde 2010. Como os decíamos al inicio de esta entrada, el Maharajá era muy aficionado a la astronomía y astrología y, por ello, construyó en el siglo XVIII un enorme complejo de instrumentos astronómicos escultóricos a gran escala, para medir los movimientos de las estrellas y del sol. Estaba convencido de que la precisión sería mejor cuanto más grande fueran los instrumentos y aquí se ve claramente ya que, entre todos, destaca el enorme reloj de sol de 27 metros de altura cuya sombra se mueve 4 metros por hora. Además, hay otro instrumento escultórico de su propia invención que usaba para verificar las mediciones de los astrónomos y astrólogos en los otros mega-instrumentos. No entramos, pero con lo que vimos desde el cercano Hawa Mahal se puede observar parte de lo gigantesco de estos instrumentos. Fijaros que hemos dicho "astrólogos" y es que, en la India son muy, muy fanáticos de la astrología, hasta el punto de que en cuanto nace un niño lo primero que se le hace es su carta astral para saber si los astros han sido propicios y que clase de fortuna va a tener. Aún hoy en día, el astrólogo real es uno de los personajes más influyentes en la política por su cercanía a los Maharajás en cada región del país.

Por cierto, ¿os habéis fijado que hay muchas ciudades indias que acaban en "-pur" y otras muchas en "-abad"? Esto también nos lo explicó Anil. Cuando acaban en "-pur" (Jaipur, Jodhpur, Udaipur, ...) son ciudades fundadas por los hindúes. Si acaban en "-abad" (Ahmedamab, Moradabab, Islamabab, ...) son fundadas por los mogoles musulmanes. Y puestos con las curiosidades del idioma, el sufijo "-astan" significa "la tierra de...(una tribu) " por lo que Rajastán es la tierra de los Rajás, Pakistán la tierra de los Pakies , etc...
Una última cosa. Jaipur es conocida por su comercio de gemas, plata y alfombras, por lo que todo el mundo que nos encontramos nos quería llevar a la tienda de su amigo donde nos hacían rebajas y con material de buena calidad. Incluido nuestro conductor, aunque ya le dijimos que no teníamos intención de comprar. Pero es que se quería llevar su comisión si cambiábamos de opinión, claro. Por lo visto los precios deben ser bastante más baratos que los equivalentes en Europa. Nosotros no lo comprobamos.
Desde Jaipur volvimos a Delhi y dijimos adiós a la India con sentimientos encontrados. Hubo muchas cosas que nos gustaron, pero también otras muchas que dejaban un sabor rancio en la boca. Sólo vimos una pequeña parte de este inmenso país, así que tendremos que volver ...
Siguente destino: Bali. ¿Nos acompañáis?
Datos prácticos:
Hotel Pearl Palace. Un bonito hotel fuera de la parte amurallada con un precioso restaurante en la terraza que la primera noche ofrecía un espectáculo de música en directo mientras cenábamos. Es bastante conocido en la ciudad y hay que reservar para tener una mesa agradable. Aunque el hotel está un poco retirado del centro, como os decíamos, no tardamos más de 45 minutos en volver del centro paseando. La comida del restaurante era buena, aunque bastante llena de grasa al más puro estilo de Rajastán. La habitación estaba decorada al estilo hindú.
Entrada al Fuerte Ambar de Ahmer: 500 rupias para extranjeros y 100 para estudiantes. Abre de 08:00 a 18:00. Si estáis interesados en saber cuánto cobran por una subida en elefante, son 1.100 rupias por trayecto para dos personas únicamente de 07:00 a 10:30 y de 15:30 a 17:30.
Por la tarde hay un espectáculo de luces y sonido a las 19:00 en inglés y a las 20:00 en hindi, con coste de 200 rupias (inglés) y 100 rupias (Hindi).
Entrada al Hawa Majal: 200 rupias adultos y 25 rupias estudiantes. Niños hasta 7 años gratis.
Entrada al Jantar Mantar: 200 rupias de 09:00 a 16:30
Entrada al Palacio Real: 400 rupias y abre de 09:30 a 17:00.
Hay una entrada combinada por 1000 rupias para dos días que incluye fuerte Ámbar, Jantar-Mantar, Nahargarh Fort, Hawa Mahal y Albert Hall Museum. (200 para estudiantes).
Transporte: aunque nosotros llegamos en coche, hay trenes desde las ciudades principales cercanas como Delhi y desde Agra que tardan unas cinco horas desde cada uno costando unos 14€ en asiento cama primera clase. Desde Pushkar el tren viene a costar unos 18€ y tarda unas cinco horas. En la web de IRCTC puedes encontrar las diferentes opciones de trenes. Nosotros hubiéramos ido en tren si no hubiera habido en el país el problema con el efectivo que os comentábamos en la entrada de Delhi. Se puede consultar en la web www.indianrail.gov.in
También se puede llegar en autobús, bien uno oficial del gobierno o uno de empresa privada. Como ejemplo, el autobús oficial a Delhi con A/C cuesta 580 rupias y sale diariamente a las 11:30, 14:30, 23:30 y 23:45. El autobús Express cuesta 230 rupias y sale diariamente cada dos horas (con varias paradas intermedias). Salen de la estación central de autobuses en Shindi Camp. Se puede consultar los horarios en su web.
Qué chulo. Muy buenas las fotos de la gente. Espero que no tuviera 853 féminas para cada ventana... menudo desgaste, ja,ja. Un abrazo.
ResponderEliminarJajajaja, pues entre mujeres, hermanas, primas, tías y demás, igual sí que había una por ventana ;-)
ResponderEliminarUn abrazo