Ayer recorrimos la zona centro de Tokyo, así que hoy recorreremos las zonas oeste y norte, visitando el santuario Meiji Jigu en el parque Yoyogui, Takeshita Dori, pasearemos por Omotesando y comeremos en Shiguya tras ver el famoso cruce y pasaremos la tarde en el Parque Ueno. Segundo día en Tokyo, lleno de contrastes también.
Tokio Station
Tomamos el metro por la mañana para dirigirnos al Parque Yoyogui y aprovechamos para pasar por Tokyo Station con el fin de tantear el terreno y controlar tiempos para el tren que debíamos tomar al día siguiente a Kanazawa. Es una estación grande que se encuentra situada en un edificio de ladrillo de principios del siglo XX y que dicen que guarda cierto parecido con la estación central de Amsterdam. No lo pudimos ver, ya que toda la zona exterior se encuentra en este momento en obras para remodelar sus accesos, pero por lo que recordamos de Amsterdam, salvo que ambas tienen ladrillo rojo y por lo poco que pudimos ver, no nos parecieron muy similares. El hall de entrada tiene, eso sí, una cúpula octogonal de estilo europeo.
Hall de entrada en Tokio Station |
Visita al Parque Yoyogui
Desde la estación y por la línea roja del metro, llegamos al Parque Yoyogui donde a su entrada se encuentran dos estadios olímpicos construidos para las Olimpiadas de 1964. Son dos estructuras emblemáticas del parque pero lo interesante de verdad está en su centro: el imponente santuario sintoista Meiji Jingu (santuario imperial), el más importante de Tokyo. Construido en 1920 y reconstruido en 1958, después de que los bombardeos de la II Guerra Mundial lo destruyeran casi por completo. Al santuario se accede traspasando su gran Torii de madera de más de veinte metros de altura y caminando por un camino de gravilla, a la sombra de los cedros, lo primero que encontramos fue el anexo al Tesoro Meiji con una fila de barriles de sake donados por las bodegas del país. Nos llamó la atención cómo los envuelven y los dibujos y rótulos que pintan en sus envoltorios. Realmente bonitos. Enfrente había también otra fila de barriles, pero esta vez de los que conocemos: barriles de vino. Vino de Borgoña, donados por iniciativa del representante de la casa Burgundy en Tokyo a mediados del siglo XIX, hijo honorario de Borgoña y propietario de un Chateau. Si el resto del grupo de los Facuvineros o de los Amigos de Baco hubieran venido, podríamos haber organizado una cata ;-)
Por cierto, si venís en domingo, podréis ver a grupos de rockabilly bailando y cantando cerca de la entrada. Es su punto de reunión y resulta curioso verles.
Santuario Meiji Jigu
Después de un tranquilo paseo llegamos al santuario. En el camino vimos a chicos jóvenes ataviados con kimono, que se ofrecían a los turistas como guías, algo que al parecer es relativamente habitual, ya que de esta forma practican idiomas, dan a conocer su cultura y aprenden de la de otros. Al llegar, hicimos nuestras abluciones según el rito que creíamos haber entendido observando a otros practicantes y descubrimos por sus explicaciones a un grupo francés que les acompañaba, que nos faltaba el último paso. Por si tenéis curiosidad, os lo explicamos: a la entrada de los templos y santuarios suele haber una pila de agua con cacillos de bambú y una tubería de bambú o talla de dragón o grifo o cualquier otro formato, por la que sale un hilillo de agua que cae en una pila. Se toma un cacillo con la mano derecha, se llena del agua de la pila o del chorro de agua y se echa parte del agua sobre la mano izquierda para lavarla, luego se toma el cacillo con la mano izquierda para poder lavarse la derecha y, por último, se echa un poco de agua en la mano para tomar un sorbito del agua y enjuagarse la boca, escupiendo fuera de la pila. Por razones de higiene, no se bebe directamente del cacillo, ni se meten las manos en la pila. Nosotros hacemos las abluciones por respeto (en varias religiones existe un ritual de higiene previa al rezo parecido) y también, hay que reconocerlo, porque resulta refrescante con el calor que hace.
Traspasamos otro torii y una gran puerta para acceder al recinto del templo principal. El templo Meiji Jigu es un edificio sencillo de madera oscura, con detalles en blanco y tejado de cobre oxidado en verde. El interior es parecido a un patio de gravilla con grandes tambores a los lados y al fondo se puede ver la zona sagrada. El rezo en estos templos es sencillo y rápido: se echan unas monedas en un recipiente, se dan dos palmadas y se pide un deseo o se dan las gracias por algo. En algunos templos, se quema incienso antes de orar. Suponemos que las ceremonias serán más elaboradas.
Una vez pasados estos momentos mirando, sellamos nuestro libro con un sello de tinta roja del templo como recuerdo, y nos fuimos por el parque, disfrutando de un agradable paseo, viendo los pequeños lagos y jardines budistas.
Takesita Dori
Al salir del parque, volvimos al mundanal ruido porque muy cerca de la entrada del parque se encuentra la que debe ser una de las calles más simbólicas de Tokio: la calle Takesita (Takesita-dori), llena de tiendas con artículos de regalos, pintorescos trajes manga, helados de te verde, azucares de colores arco iris, y cientos y cientos de personas arriba y abajo por la calle bien viajeros como nosotros, o bien ataviados con trajes de series manga famosas. Coincidía además que había habido un concierto de un grupo y varias decenas de chicas iban con la camiseta de colores rosas y arco iris o bien con una toalla al cuello...no lo entendimos hasta un rato después.
Algodón de azúcar color unicornio |
Cruce de Shibuya
Como se nos hacía un poco tarde, después de este espectáculo, nos movimos en otro paseo, un poco más agotador por el sol, hasta otro no menos famoso espectáculo callejero: el famoso cruce de la calle Shibuya, la calle más transitada de Tokio, donde varios cientos de personas se lanzan a cruzar esta plaza en todas las direcciones. Lo pudimos ver bastante bien desde el segundo piso del edificio donde se ubica el Starbucks (es gratis subir).
La secuencia completa del cruce la puedes ver uno de los vídeos de Japón de nuestro canal de Youtube.
Como ya teniamos hambre, tomamos algo en uno de los restaurantes que a cientos pueblan estas calles y tomamos el metro de nuevo rumbo a las calles de Omotesando, una avenida que desemboca en el parque Yoyogui y llena de famosas marcas. Al menos había algo de sombra, pero decidimos que mejor nos movíamos a otro famoso parque: el Parque Ueno, en la zona norte de la ciudad y cerca de nuestro hotel, donde habíamos leído que había un estanque de lotos y una pagoda. No se tarda mucho en metro, apenas unos 20 minutos con algún transbordo, y sobre todo, con aire acondicionado😅
Estaba muy rico |
Parque Ueno
En el Parque Ueno, una de las cosas que nos encontramos justo cuando llegábamos a la zona del estanque de lotos, es que había cientos de personas mirando el móvil todos casi quietos y callados. ¿y eso? Pues ni más ni menos, que estaban todos mirando una pantalla verde en el móvil en el que vibraba una pelota de color rojo y gris...un POKEMON!!! Increible, con lo bonito que era el sitio. Un parque lleno de lotos, una pagoda, varias decenas de puestos de comida de verbena...y todas estas personas, de todas las edades, sexos, y vestimentas, estaban esperando a cazar un pokemon...lo habíamos oído, y luego lo veríamos en algún otro lugar.
En fin, les dejamos con sus preocupaciones, y seguimos paseando para encontrar otro par de templos pequeños y una pagoda de tres alturas, cerca de donde están también varios museos, entre ellos el Museo de Arte de Tokio. Había cantidad de familias, por la cercanía del Zoo de Tokio que también se ubica aquí. No entramos ni al zoo, ni al museo, porque ya era muy tarde, casi las cinco, y porque, honestamente, no era lo que más nos atraía.
Calle Ameyoko
Volvíamos a nuestro hotel, andando por la proximidad, y al cruzar la estación de Ueno, descubrimos una calle muy animada, llena de casinos de Pachinko y tiendas de todo tipo, como un bazar. Es la calle Ameyoko. Si alguno os habéis extrañado al ver la palabra Pachinko, debemos contaros que es el juego de azar más famoso de Japón. Es como un tragaperras pero de bolitas y, como está prohibido dar premios de dinero, cuando se consigue llenar las bandejas de bolitas, el establecimiento te da un regalo...que curiosamente se puede cambiar por dinero en una de las tiendas anexas al casino.
Este ha sido el broche, por el momento, a nuestra visita a Tokio. Mañana nos vamos a Kanazawa, a la zona noroeste, para empezar a ver el Japón más rural, menos cosmopolita, esperamos...
Datos prácticos visita a Tokio:
Para los tickets de metro, mirad la entrada de Tokio que publicamos anteriormente.
Hotel MyStays Ueno-Inaricho: habitaciones pequeñas, como en casi todo Japón. Muy bien situado, cerca de la estación de Inaricho, línea Ginza. Tiene lavandería y las amenities se recogen en recepción en plan self-service. Nos gustó.
Qué bonito, hay mucho contraste, la tradición y usos antiguos pegados a lo más friki, es una cosa a lado de la otra... Me encanta.... Mañana el ambiente rural uhmmm..... No puedo esperar a leerlo... .
ResponderEliminarGracias Rosi. Esperamos que te gusten las siguientes entradas. Ya verás.
EliminarBesos
Uffffff los pokemon.....no tenéis ni idea de la locura que hay aquí con esos gamusinos....😁😁😁
ResponderEliminarHola Juan.
EliminarHemos leído que por Madrid también hay una locura con esto del Pokemon. Parece increíble. Pero tiene algo positivo: la gente sale de casa para jugar en la calle. Algo de ejercicio al menos a harán :-))
Genial!!! Me encanta Tokyo y todos sus alrededores. Recuerdos me vienen a la mente. El Parque Ueno no os recordaba un poquito al Retiro?
ResponderEliminarY Shibuya espectacular y de noche más aún.
Hola Jesus.
EliminarTomamos nota de volver a Shibuya por la noche como indicas. Seguro que el ambiente sin tanto calor será también tremendo.
Efectivamente en el Parque Ueno, con el embalse para las barquitos recuerda un poco al Retiro. Incluso tiene también un zoo como tenía el Retiro hace años. Aunque con tanto museo, no sé yo ¿eh?
Esperamos que las otras entradas te traigan también recuerdos de tu viaje.
Besos