Perezoso. Es el animal que según todo el mundo veríamos a cientos en el Parque Nacional Manuel Antonio. Vimos algunos, junto con otros simpáticos habitantes del Parque. Tal vez había más, pero se escabullían a nuestro ojo no experimentado. Aun así, la experiencia fue increíble.
Llegar a P.N. Manuel Antonio ya fue un viaje interesante en sí mismo. En el camino desde Puntarenas por la carretera hay que pasar por encima de un puente que tiene una característica especial: en el agua bajo este puente hay una colonia enorme de cocodrilos. Verlos en el agua y en la orilla desde la parte superior del puente es un espectáculo increíble. Todo el mundo paraba y se acercaba al puente a observarles descansar tomando el sol en el centro del río. Ruta 34, km 33.
Una vez que pasamos ese puente, continuamos el viaje al sur hasta nuestro lugar de alojamiento. Elegimos un apartahotel en el pueblo de Quepos, cercano al P.N. Manuel Antonio como base para las excursiones por esta zona sur de Costa Rica en el Océano Pacífico. Este pueblo está junto al mar y no tiene nada especial salvo su inmejorable ubicación y con un precio mucho más razonable en sus alojamientos que los hoteles junto al Parque.
Antes de ir a Manuel Antonio, decidimos acercarnos al P.N. Marino Ballena por si teníamos suerte de ver alguno de estos grandes mamíferos marinos. En la caseta de información del Parque, en una de las playas, nos indicaron que la temporada no había empezado y que los grandes rorcuales no habían aún bajado desde Alaska. Pese a ello, echamos un vistazo a las playas... ¡y a los avisos de precaución por cocodrilos!
La playa más espectacular de este parque es la Playa Ballena, que desde el aire dibuja la inconfundible silueta de la cola de una ballena cuando hay marea baja. Recorrimos todo este arenal para darnos un chapuzón en estas mismas playas de Punta Ballena que son frecuentadas por nuestras esquivas amigas, a las que no pudimos ver hasta llegar casi al final del viaje en Canadá (esto ya os lo contaremos).
Cerca de allí, también pudimos observar el Parque de las Esferas. Estos curiosos y extraños restos arqueológicos en forma de esfera perfecta son uno de los pocos vestigios de una civilización antigua que habitó en el delta del río Diquis en la confluencia del río Sierpe y el río grande de Terraba. Se han encontrado cientos de estas esferas en varios terrenos de esta área, desde enormes esferas de varios metros hasta algunas de solo unos pocos centímetros. Hoy se encuentran muchas de ellas en embajadas de todo el mundo y en colecciones privadas. La precisión con que fueron realizadas, con un grado de esfericidad incluso mejor que el que podemos conseguir hoy en día con nuestra tecnología, llevaron a la Unesco en 2014 a declarar el lugar como Patrimonio de la Humanidad, para protegerlo y poder estudiarlo mejor. Nosotros pudimos ver la colección de estas esferas que se encuentran en el parque público del pueblo del Palmar, en este delta.
Muy cerca se encuentra también una locomotora, símbolo del ferrocarril de las compañías bananeras que antaño llegaron hasta estos lugares y que, en cierto modo, ayudó a descubrir este Patrimonio al deforestar el bosque para la plantación de las plataneras.
Ya al día siguiente, temprano, nos dirigimos al P.N. Manuel Antonio. Dejamos el coche en un parking cercano a la entrada y andamos por un camino que, honestamente, no estábamos muy seguros de que llevara a la puerta. Donde por cierto, no se puede comprar la entrada, sino que tuvimos que volver sobre nuestros pasos unos 100 metros, hasta la calle principal para comprarlas.
Hay que reconocer que en este parque hemos visto una gran variedad de animales durante los diferentes recorridos que hicimos por los senderos, gracias en buena parte a otros viajeros que se detenían en el camino. Éramos como una cadena de observadores mostrándoles a los siguientes lo que habíamos visto. Nos recordó a los safaris de África, donde se pasan la información de los avistamientos de unos coches a otros.
Pudimos ver:
Perezosos de tres dedos dormitando en las copas de los árboles, hechos una bola de pelo, con la cabeza escondida bajo los brazos. Como los koalas que vimos en Australia, pero mucho más grandes.
Mapaches ladronzuelos, que estaban atentos al descuido del turista para llevarse la comida que llevaran en la mochila;
Monos congo, también llamados monos aulladores negros, descansando a la sombra;
Monos de cara blanca o capuchinos, con cara de querer algo. Se interesaban por todos los objetos, incluidos los calcetines que alguien se había quitado para darse un baño;
Búhos camuflados en las cimas de los troncos;
Venados ramoneando hojas en el bosque;
Ranitas camufladas sobre las hojas verdes que parecían hojas secas;
Iguanas de aspecto amenazador;
Basiliscos que nos llevaban de vuelta a imágenes del Parque Jurásico;
Pequeñas guatusas escondiendo comida bajo los arboles del Parque:
Y una pequeña tortuga en medio del camino, junto a la playa.
El recorrido por Manuel Antonio se puede realizar siguiendo un sendero largo que te lleva a las playas escondidas, menos concurridas, o siguiendo el sendero de la playa rodeando la montaña que divide el parque en dos. También hay otros senderos secundarios que llevan a pequeñas calas o playas menos concurridas y que incluso conservan antiguas trampas de pesca que los habitantes de estas tierras utilizaban para su sustento. En las playas más cercanas muchos residentes se acercan a darse unos baños, aprovechando su arena blanca.
El balance global de la visita fue muy positivo. Unas cuatro horas en medio de la naturaleza, viendo muchos animales y una vegetación exhuberante. Los perezosos no son fáciles de ver, ya que se camuflan abrazados en las zonas altas de los árboles, pero estando atentos a los árboles y a las personas que les hacen fotos, diríamos que está casi asegurado ver alguno. Nos fuimos muy contentos y deseando ya llegar al siguiente destino, Tortuguero, en el otro océano, para ver desovar a las tortugas baulas.
Datos prácticos:
Cambio orientativo: 1 € = 615 Colones costarricenses. También se admiten los dólares USA como medio de pago.
Alojamiento: Apartamentos Mansión Tropical. La habitación era un mini apartamento con cocina totalmente equipada, muy conveniente para ahorrar en el apartado comidas. Dispone de un par de plazas de aparcamiento que también vienen bien. Repetiríamos.
Transporte: Hay autobús público desde Quepos hasta el Parque Nacional Manuel Antonio, justo hasta el mismo parking donde dejamos el coche. Nosotros fuimos en coche y los aparcamientos al final de la calle, junto a la playa, no son los más cercanos, aunque en época alta sí que deben ser los más recomendables por espacio y por disponer de sombras. Para llegar con el coche lo más cerca posible, hay que tomar la calle a la izquierda cercana a este aparcamiento y confiar en aparcar en algún lugar de los disponibles en esa calle junto a la entrada. El coste del aparcamiento es de 3000 colones.
Entrada al P.N. Manuel Antonio: cuesta 9.000 colones para extranjeros ó 18 USD y es obligatorio comprarla en la tienda de la cooperativa del pueblo, que está unos 150 metros antes de llegar a la entrada del parque. Si se paga en tarjeta (sólo tarjeta de crédito), te cobran una comisión porque NO venden la entrada con tarjeta, sino que te hacen una disposición de efectivo contra tarjeta de crédito y utilizan ese efectivo para la compra, por lo que piénsatelo bien y ten en cuenta la comisión que te cobre tu banco por una disposición de efectivo en tu tarjeta de crédito.
Entrada al P.N. Marino Ballena: cuesta 3.425 colones ó 6 USD, dando acceso a todas las playas del parque.
Entrada al parque público de las Esferas en Palmar: gratuito.
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