Días 18 y 19 de febrero
"Vale más que un Potosí " se suele decir cuando algo es valioso para nosotros. Y es que Potosí llegó a ser una ciudad tan rica, que
sus riquezas eran las mayores de todo el imperio español del siglo XVII. Hasta el mismo rey negaba el título de nobleza a los dirigentes potosinos que lo querían comprar "para que en el imperio no hubiera noble más rico que el rey". Hoy de eso no queda casi nada en esta ciudad.
Y es que Potosi, la Villa Imperial de Potosí, se ubica bajo el inconfundible perfil del
Cerro Rico, el que fue la mayor mina de plata del mundo en esa época. Esta mina favoreció que la ciudad creciera hasta ser el epicentro del Alto Perú llegando a tener más de un cuarto de millón de habitantes a mediados del siglo XVII, más que Londres o Paris, y hasta ser la ciudad que más riquezas ha dado al mundo occidental en toda la historia, con lo que también tenía lo mejor y peor del mundo civilizado de la época. Hoy, sin embargo, la mina sólo extrae algo de estaño y
se hunde en medio del abandono, el olvido y la ciudad tiene barrios donde se ven grandes áreas de pobreza.
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Cerro Rico |
Pese a ello, nos atraía venir a la ciudad,
Patrimonio de la Humanidad desde 1987, para descubrir este pasado tan esplendoroso. Como nos repitió varias veces el guía en el Museo de la Casa de la Moneda, "quién sabe si paseando por las calles de Potosí encontráis uno de
los famosos tapados, el oro ocultado por los antiguos potosinos para no pagar impuestos, y os convertís en millonarios." No lo encontramos, como habréis supuesto, pero es que tampoco pusimos mucho interés en ir revolviendo ladrillos por las paredes de las calles donde casas abandonadas en riesgo de ruina se mezclaban con nuevas construcciones.
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La pobreza en la zona más alejada del centro era evidente |
Llegamos a la ciudad bien entrada la noche, casi a las doce, en autobús desde
Uyuni. Y el autobús nos dejó a unos dos kilómetros del hotel. Pensábamos que nos alojábamos en el centro, y así era, pero en lo alto de un cerro. Empezamos a andar en una noche agradable, pero cuando el camino a mitad del recorrido se empezaba a poner empinado, muy empinado, empezó a llover. Según seguíamos avanzando parecía que la ciudad nos estaba diciendo que no nos quería.
Llegar al hotel en medio de una fuerte tromba de agua y con ríos de agua literalmente bajando por las empinadas calles medio oscuras fue una pequeña odisea. La cosa no mejoró cuando al entrar en el hotel, la encargada nos quiso meter en un cuchitril de la planta baja, que nada tenía que ver con la habitación reservada por internet, alegando que no tenía más habitaciones dobles libres. Ante nuestra insistencia, y porque además parecía que le había sentado mal tener que levantarse de madrugada a recibirnos pese a estar avisada y quería irse a dormir, nos llevó finalmente a una habitación en el piso superior un poco mejor. Al día siguiente descubriríamos que el hotel estaba casi vacío....
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Los balcones de madera son característicos del antiguo Potosí |
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Balcón de madera como vestigio del pasado colonial glorioso de la ciudad |
A la mañana siguiente, con luz de sol, tras un desayuno bastante escaso, nos fuimos a la Plaza principal, donde está la Catedral y el Museo de la Casa de La Moneda.
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Fachada de la Casa de la Moneda |
El
Museo de la Casa de la Moneda es el centro cultural más grande e importante de Bolivia. Ya resulta espectacular cuando en uno de los cinco patios de los que consta el edificio se puede ver el
Mascarón, el gran rostro enigmático que lo preside. Unos dicen que es Baco y otros que es un rostro de dos caras simbolizando al potosino seguidor de La Corona y al que trata de evadir sus impuestos. Sin embargo, lo más importante de este museo es que se
conserva la maquinaria de acuñación de monedas original de la época. Un gran "ingenio" de ruedas dentadas de madera, como las de un molino que, movidas por burros en el piso de abajo, permitían a cuatro operarios trabajar a un tiempo "adelgazando" planchas de plata de las que posteriormente se recortarían las monedas. Trajeron una de estas máquinas desmontada de España y ya en Potosí, copiaron las piezas para fabricar más máquinas y las montaron siguiendo las instrucciones de los ingenieros españoles. Las características del clima de la ciudad y también del edificio, han hecho que la maquinaria siga intacta hoy día.
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Mascarón de la Casa de la Moneda |
Durante el recorrido también pudimos ver cómo
se forzó a la población indígena y, posteriormente, a esclavos traídos a propósito para poder
fundir plata usando mercurio, que mataba en cuestión de meses a los trabajadores. Una auténtica salvajada con el objetivo de tener monedas de plata, pero es que en aquella época no se conocía otro método. Afortunadamente, el método de fundición ha cambiado y ya no se muere la gente en la manipulación si se utilizan las medidas adecuadas.
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El edificio de piedra está muy bien cuidado |
A la salida, el guía se interesó por la historia de España, especialmente en lo referente a los reyes. Era un apasionado de la historia y como en eso coincidíamos, se ofreció a contarnos algo más de la ciudad y nos llevó hasta la cercana plaza donde nos explicó dónde estaba la ubicación de la Casa de la Moneda original; cómo evolucionaron las casas de los notables ricos de la ciudad, cómo la Catedral se tuvo que reconstruir tras un terremoto y algunas otras historias de la ciudad, como la de la
Estatua de la Libertad que hay en el medio de la plaza, donada por Francia (ver foto de inicio). Fue una charla de una hora bajo las sombras de las palmeras de la plaza. Pese a ser nacido en
Sucre, amaba esta ciudad y se quejaba de lo poco que los potosinos hacían por volver a ponerla en el lugar de la historia boliviana y mundial que le pertenece por derecho propio.
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Mercado Central |
Una vez que nos despedimos de Daniel, que así se llamaba nuestro nuevo amigo, echamos un vistazo a la
Catedral, de estilo gótico y nos fuimos a la terminal de autobuses para reservar plaza para nuestro siguiente destino, tomando el autobús local que él nos había aconsejado.
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Algunas casas de la epoca previa a la independencia se conservan aún muy bien |
Ya de vuelta, aprovechamos para comer en un restaurante cercano a la Catedral, y luego pasear para ver alguna de las iglesias más representativas de la ciudad:
- la
Iglesia de la Compañía, que solo pudimos ver por su exterior al estar en casi abandono, pero cuya exterior deja adivinar que este edificio fue el mejor ejemplo de la ostentación de la ciudad en el siglo XVIII.
- Y la
Iglesia de San Francisco, con un interior que muestra la mezcla de arte sacro español y mestizo.
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Puestos callejeros de venta de frutas y de yogur en botella |
Para terminar el paseo, nos dirigimos al
Arco de la Cobija para apreciar la vista del Cerro Rico desde lo que fue una de las antiguas puertas de acceso a la ciudad.
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Arco de la Cobija con el Cerro Rico al fondo |
Datos prácticos:
Cambio orientativo: 1€ = 3,5 Bolivianos
Transporte:
Para llegar a Potosí, vinimos desde Uyuni en el
autobús Emperador por 30 bolivianos. El trayecto dura cuatro horas.
El
autobús urbano cuesta 1,5 bolivianos y se para con la mano en las zonas próximas a los paraderos, que así se llaman las paradas de autobús por estos lares.
Alojamiento: Hostal San Pedro Velmont. Aunque las fotos en Internet parecían muy buenas, con un patio al estilo de casa andaluzada, la realidad es que es un hostal viejo y con muchos problemas, cuestiones que no aparecían en los comentarios. Durante nuestra estancia, dado que por la tarde-noche llovía, tuvieron una gotera muy importante en el pasillo que llegaba hacia nuestra habitación y que, afortunadamente, se salvó de que entrara el agua que caía del techo a torrentes. En dos habitaciones próximas el agua les empapó literalmente el suelo de moqueta y se les coló hasta muy dentro haciéndolas inútiles. Además, la humedad no generaba un olor agradable. No lo recomendamos. Os dejamos un enlace a otros
alojamientos de la ciudad.
Museo y Archivo histórico de la Casa Nacional de la Moneda: la visita es guiada y dura aproximadamente dos horas. Cuesta 40 bolivianos a extranjeros y 10 para nacionales. Para sacar fotos hay que pagar un extra de 20 bolivianos que te da derecho a la banda que te acredita como fotógrafo. Si quieres grabar vídeo debes pagar un extra de 40 bolivianos. Las visitas se inician a las 09:00 hasta las 11:30h y desde las 14:30 hasta las 17:00h, de martes a sábado. El domingo solo hay ingreso por la mañana, que fue el que nosotros hicimos. Hay tours en inglés y francés, en los mismos horarios prácticamente. El guía va mostrando las diversas salas y explicando el contenido de la zona de museo pictórico con importantes piezas de la escuela cusqueña, arquitectura del edificio, proceso y maquinaria de acuñación de moneda de plata y documentos del archivo histórico.
Comidas: en este caso vamos a comentaros el restaurante
Tenedor de Plata, porque la comida estaba muy bien cuidada, mostrando lo mejor de la cocina boliviana.
Información muy detallada de su historia, política y económica en
Wikipedia
Otras excursiones que se pueden realizar pero que no hicimos:
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Excursión a las minas del cerro y que podéis contratar en las agencias junto a la plaza de la Catedral. El tour cuesta 100 Bolivianos e incluye traslados. Por lo visto, si os acercáis al cerro también encontraréis lugareños que os harán el mismo tour por menor precio.
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Excursión a las aguas termales del Ojo del Inca. Es una zona en las afueras de la ciudad. Desde el mercado de Chuquimia se toma el autobús a Tarapaya por 1,5 bolivianos. Hay que bajar en la entrada al Ojo del Inca (decidle al chofer que os avise). Tras una pequeña caminata se llega a una zona con piscinas naturales de aguas calientes.
El mundo se os queda pequeño...disfrutad a tope lo que os queda!!
ResponderEliminarQuedan muchos sitios por ver....una vuelta al mundo no es suficiente. Tendremos que planificar alguna más. Si queréis acompañarnos para la siguiente, que llegará en algún momento, lo vamos hablando JK ;-))
EliminarSi llegáis a visitar las minas del cerro hubierais podido comprobar las lamentables condiciones en las que trabajan actualmente, duro, duro
ResponderEliminarSeguramente no hayan mejorado mucho desde el siglo XVI...
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