Brihuega. El jardín de la Alcarria

Castillo de la Peña Bermeja

Aprovechando que teníamos un Cicerone de primera, al volver de Zaragoza visitamos la Villa de Brihuega siguiendo los pasos de la historia de amor de la Princesa Elima, hija del musulmán Rey de Toledo Al-Mamúm, quien pasaba los veranos en Brihuega, que en el pasado había sido parte de las posesiones de la familia. Una noche conoció al maestro cristiano Ponce y se enamoraron….


Un amor imposible, ya que por un lado les separaba la clase social y, por el otro, la religión. La princesa pasaba muchas noches buscando una solución, disfrutando de las magníficas vistas de la vega que se divisan desde el castillo, y cuenta la leyenda que una de estas noches divisó un fulgor detrás de las zarzas, en la base del castillo, donde al ir a apagar el fuego encontraron la imagen de una virgen, la Virgen de la Peña, que es la actual patrona de la villa. Tras esta visión, la princesa se convirtió al cristianismo y salvado este impedimento, ¿quién sabe si finalmente Elima y Ponce pudieron dar rienda suelta a su amor?

Iglesia de San Felipe

Según la información de turismo, el nombre Brihuega deriva del vocablo íbero “briga”, que significa lugar fuerte o amurallado, apareciendo en los documentos medievales con el nombre de Castrum Briga. Y la verdad es que Brihuega hoy en día todavía conserva en buen estado cientos de metros de la antigua muralla de los siglos XI – XII, manteniéndose también en pie el recinto amurallado de su Castillo de la Peña Bermeja. De hecho, la plaza de toros se apoya en parte en la muralla de la villa. El castillo es en realidad un fortín árabe que fue reformado en los siglos XII y XIII. Dentro del castillo encontraréis la iglesia gótica de Santa María de la Peña.

Arco de Cozagón y muralla

Pudimos ver tres puertas de entrada a la villa, el Arco de la Guía, la Puerta de la Cadena y el Arco de Cozagón, que fue el que más nos impresionó por sus dimensiones (10m altura x 3,30m de ancho).

Fuente del Coso

El agua es otro de los atractivos de la villa, ya que al tener muchos manantiales subterráneos, fue posible embellecer con multitud de fuentes Brihuega, sin perder de vista su lado práctico evidente de saciar la sed de los vecinos. La más importante es la fuente del coso, en la Plaza Mayor de la villa. Y sí, Brihuega es villa, como que atestigua el rollo o picota de granito del S. XVI ubicado en uno de sus parques.

Realmente la visita merece la pena, ya que Brihuega tiene muchos atractivos, como la Real Cárcel de Carlos III (actual oficina de turismo), la Real Fábrica de Paños, las calles porticadas, o simplemente pasear por la zona de la plaza de toros y el entorno del Castillo, con su magnífica vista de la vega alcarreña. También cuenta con un curioso museo, el museo del Profesor Max, con la mayor cantidad de miniaturas del mundo.

Para comer, nos recomendaron el restaurante Quiñoneros, pero estaba cerrado el lunes que visitamos Brihuega (sólo abre viernes noche, sábados y domingos a medio día). Habrá que probar en otra ocasión. Pero no nos fuimos con hambre de allí, ya que disfrutamos del menú del día del restaurante de la Hospedería Princesa Elima, situado al lado de la Real Fábrica de Paños.


Así que ya sabéis, a poco más de una hora de Madrid, se puede disfrutar de un interesante día entre la historia y la leyenda. Y si vais en el mes de julio, no dejéis de visitar sus campos de lavanda.